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Durante siglos, la presencia de seres deformes en el entorno de reyes y personas principales fue habitual, tanto en España como en la mayoría de las cortes europeas. Eran vistos como individuos excepcionales, anormalidades de la naturaleza cuya exhibición se convertía también en su forma de vida. Solían ser retratados para dejar testimonio de su extraordinaria apariencia y, más aún, como prueba de la estima de sus amos. En la corte española estuvieron especialmente presentes durante el reinado de la dinastía de los Austria, ocupando amplios espacios de la vida palaciega, junto a bufones y locos. Fueron asiduos acompañantes de los pequeños príncipes y sirvieron de continuo divertimento al rey y su familia, aliviándolos en parte del rígido y solemne protocolo de la corte. Las apariciones de enanos en lugares distinguidos durante los ceremoniales eran frecuentes. También estaban presentes en las comidas e incluso en los despachos oficiales, y podían hacer de mensajeros y espías. En muchas ocasiones vestían de forma llamativa, practicaban cabriolas o saltos y realizaban comentarios grotescos y maliciosos, vetados a los servidores y cortesanos a los que se consideraba cuerdos. Una permisividad que contrastaba con la adulación y la hipocresía permanente que rodeaba al rey o al poderoso.
Las más famosas representaciones pictóricas de estos personajes se deben a Velázquez, quien retrató a esa corte paralela de enanos, locos y bufones del reinado de Felipe IV. Sin embargo, existen notables ejemplares anteriores, como este singular retrato que refleja de manera extraordinaria la naturaleza del enano como espejo deformante de la realidad".
Imágenes y texto: Museo del Prado de Madrid
Enlace
Enlace a la página del museo: www.museodelprado.es
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